Miguel Servet

Michael Servetus.jpgMiguel Servet, llamado también Miguel de Villanueva, Michel de Villeneuve o, en latín, Michael Servetus (su nombre auténtico era Miguel Serveto y Conesa, alias «Revés»; Villanueva de SigenaHuescaAragón​ probablemente el 29 de septiembre de 1509 o 1511a​-Ginebra27 de octubre de 1553), fue un teólogo y científico español.
Sus intereses abarcaron muchas ciencias: astronomíameteorologíageografíajurisprudenciateologíafísica, el estudio de la Bibliamatemáticasanatomía y medicina. Gran parte de su fama y reconocimiento posterior es debido a su trabajo sobre la circulación pulmonar descrita en su obra Christianismi Restitutio.
Participó en la Reforma Protestante y desarrolló una cristología contraria a la Trinidad. Repudiado tanto por los católicos como por los protestantes, fue arrestado en Ginebra, sometido a juicio y condenado a morir en la hoguera por orden del Consejo de la ciudad y las iglesias Reformadas de los cantones, cuando en ella predominaba la influencia de Juan Calvino.
Nació en 1511 en Villanueva de Sigena, Huesca (Aragón), en el seno de familia de cristianos viejos. Muy pronto mostró inquietudes académicas, por lo que entró al cargo del erudito franciscano Juan Quintana.
Con 17 años Miguel es enviado a la Universidad de Toulouse, la más moderna de aquel momento. Allí el joven Servet quedará fascinado por la teología y se obsesionará con una idea: el concepto de la Trinidad como obstáculo para el entendimiento de las tres grandes religiones, cristiana, hebrea y musulmana. Estudiará la Biblia y se dará cuenta que la Trinidad no es mencionada en sus páginas.
Juan Quintana, proclamado confesor del rey, requerirá la ayuda de Servet como parte del séquito que acompañará a Carlos V en su coronación como emperador en Roma. Aunque la corte tenía un marcado carácter humanista (inspirado por Erasmo de Rotterdam) seguía adoleciendo, a juicio de Miguel, de una excesiva adoración al Papa. La opulencia del clero de Roma tampoco le gustó. Decidió marchar a Suiza para unirse a los protestantes.
Sin embargo en Basilea sus ideas chocan con las de los protestantes, que se niegan a aceptar la negación de la Trinidad. Decide Miguel marchar a la tolerante ciudad de Estrasburgo, donde publicará su primera obra teológica; pero Servet se encuentra con que es condenado por la Iglesia Protestante y a la vez perseguido por la Inquisición Católica. Tendrá que huir a París y establecerse con un nombre falso, “Michel de Villeneuve”.
Cambió radicalmente su vida y se puso a estudiar medicina. Sin embargo en numerosas ocasiones debatió acerca de religión con otro personaje polémico, Juan Calvino. Pero ser un perseguido amigo de un perseguido era demasiado para Miguel, que abandonó París para establecerse en Lyon como trabajador de una imprenta. No duró mucho tiempo pues las mordaces anotaciones hechas a una obra le valieron nuevos enemigos.

En 1536 volverá a París para retomar sus estudios de medicina. Resultó una buena elección: comenzó a hacerse un nombre como médico y fue precisamente él quien descubrió que la oxigenación de la sangre se realizaba en los pulmones y no en el corazón. Sin embargo tuvo un desliz: en sus escritos vinculó medicina y astrología, lo que le valió la expulsión de la universidad. Fue absuelto por la Inquisición pero condenado por el Parlamento de París; así que volvió a Lyon para ejercer la medicina, donde su fama llegó al arzobispo de Vienne, que le hizo su médico personal.
En Vienne hizo fama y fortuna tanto como editor como médico. Además, le quedó tiempo para retomar una vieja amistad que resultaría fatídica: comenzó a mantener correspondencia con Calvino a propósito de la Trinidad. No eran las mismas circunstancias de la época de París: Calvino ya era un líder religioso en la cima y no aceptaba críticas a su dogma. Cuando, tras mandarle una de sus obras, Servet se la devolvió plagada de correcciones el religioso interrumpió la correspondencia y afirmó que si Servet llegara a presentarse en Ginebra algún día no saldría con vida.
No sabemos si Servet conocía o no aquella afirmación del reformador, pero se atrevió a publicar su obra “Christianismi Restitutio” con 30 de sus cartas a Calvino. Este respondió revelando la verdadera identidad de “Michel de Villeneuve” a la Inquisición Católica, que le condenó a prisión. Consiguió escapar, pero se empeñó en huir a Ginebra, donde fue apresado por los protestantes, que le acusaron de no reconocer ni la Trinidad ni el bautismo y le condenaron a la hoguera. Por cierto, se cuenta que un arrepentido Calvino intentó que su antiguo amigo fuese librado de la hoguera… y en su lugar fuese decapitado.
Prevaleció el dictado de las autoridades y Servet murió en la hoguera el 27 de octubre de 1553. Unos meses después las autoridades católicas hacían los mismo, pero condenando a la efigie del médico.
Con el paso del tiempo la figura de Servet ha sido reconocida (el hospital universitario de Zaragoza lleva su nombre, una fundación lleva su nombre) y su papel como humanista es cada vez mejor conocido. Cada vez Servet está más cerca de obtener la admiración que merece.

La circulación de la sangre

Tal como explica a ABC Ángel Alcalá, miembro de la Academia de Historia y reconocido experto en la Inquisición y la literatura y heterodoxias del siglo XVI, se puede decir que Miguel Servet fue un científico, aunque «solo válido y en términos limitados, para la historia de la Medicina. (...) Siempre ha sido exagerado esto –el descubrimiento de la circulación menor– como un presunto descubrimiento suyo, cuando de hecho esta idea estaba en el ambiente médico tanto en París como en Bolonia y Roma». (En vídeo: la vida y la muerte de Miguel Servet).
Tan solo un año después de la publicación de «Restitución del cristianismo» se publicaron libros sobre ese tema sin que los autores hubieran podido conocer su obra, en gran parte porque a su muerte casi todos los libros de Servet fueron quemados. Por eso, en opinión de Alcalá, Servet no tuvo «absolutamente impacto alguno en el desarrollo de la Medicina, pues su obra era totalmente desconocida», a excepción, eso sí, de un escrito sobre jarabes que alcanzó seis ediciones. De hecho, Servet combinó, junto a detalles fisiológicos exactos que superaban las viejas enseñanzas de Galeno (un médico griego del siglo II), «ideas cadudacas y desenfocadas» de la base bíblica y teológica con que trataba de fundamentar su existencia.

La revolución del Renacimiento

A pesar de todo, Alcalá considera que Servet fue, además de un teólogo y un escrupuloso escriturista, «un pleno hombre del Renacimiento: profesor de matemáticas y astronomía (o astrología) en París, anatomista condiscípulo de Vesalio –uno de los padres de la anatomía moderna–, editor de la Geografía de Ptlomeo y de una nueva versión latina de la Biblia, y médico activo».
El siglo XVI europeo que le tocó vivir a Miguel Servet fue el tiempo donde se sentaron las bases de lo que hoy se conoce como la Revolución Científica moderna, tal como escribe Daniel Cabrera en el capítulo «El imaginario circulatorio de la comunicación social» de «Miguel Servet: Los valores de un hereje».
Hacia 1530 Copérnico terminó de elaborar su sistema heliocéntrico y Paracelso publicó sus teorías alquímicas y médicas. Ya en 1580 Galileo inició la revolución matemática y la experimentación física. Todo ello dentro de una corriente que reconsideraba los valores establecidos hasta el momento a través de métodos basados en la observación sistemática de la realidad y en la generalización, gérmenes indispensables del método científico nacido en el próximo siglo.

Un cuerpo formado por cuatro elementos

Pero lo cierto es que cuando Miguel Servet y otros hablan sobre la circulación menor de la sangre, el saber aún confía en la Medicina milenaria de Galeno. Por entonces, se cree que el cuerpo humano y el cosmos están formados por una combinación de cuatro elementos, el aire, el agua, el fuego y la tierra, cada uno de ellos imbuido por varias cualidades, como la sequedad, el calor y el frío, tal como resume José Luis Nieto en «Medicina galénica», capítulo de «Miguel Servet: Los valores de un hereje».
Por entonces se cree que el cuerpo está animado por un pneuma o espíritu exterior, vinculado a su vez a tres componentes: un espíritu animal generado en el cerebro, raíz del pensamiento y la memoria; un espíritu natural, derivado del hígado, donde se genera la sangre, y un espíritu vital, donde según Galeno se extrae el alma universal del aire que penetra en el organismo.
Sello conmemorativo del descubrimiento de la circulación menor de la sangre
Sello conmemorativo del descubrimiento de la circulación menor de la sangre- CORREOS.ES
Según esta visión de Galeno, la respiración tiene como finalidad purificar la sangre (de ahí que sea más clara cuando se mezcla con el aire), así que en su «Restitución del cristianismo» Miguel Servet recuperó la tradición hebrea según la cual el alma está en la sangre: eso explica su interés en estudiar la sangre para entender el alma. Pero, a diferencia de su predecesor griego, que no hablaba de una circulación sanguínea sino de un curso centrífugo de la sangre, su trabajo como médico y anatomista en París le permitió descubrir la circulación menor.

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